El otro día viendo por quinta vez Paquita Salas me hizo pensar sobre mí y mi situación. Quien me lleva acompañado en este proceso sabe que para mí esta serie es una forma de reconexión después de las crisis, me ayuda a ver las cosas buenas del día, a pesar de que no me sienta bien.
Ya desde la 1º temporada se puede ver que a Paquita no le va muy bien por mucho que se esfuerce, siempre hay algún tropiezo cuando parece que todo le va a empezar a ir bien. Aun así, ella siempre se recompone y busca una solución o la parte buena a lo que le sucede.
A lo que iba, el episodio al que me refiero -por si a alguien le interesa es el episodio 5 de la 1º temporada- a Paquita le pasa algo malo, relativamente, y para ella en ese momento es lo peor. El episodio muestra, a grandes rasgos, como se recompone, relativiza el problema y disfruta de los pequeños momentos.
Y es que desde pequeños creemos que la vida es como los cuentos, las pelis o las series que vemos... llenas de unicornios, de que todo es bonito y de muchos colores. A medida que vamos creciendo esa concepción cambia, pero seguimos teniendo resquicios de ese pensamiento, de que somos imparables y nada nos puede tocar, que lo malo es ajeno a nosotros. Pero no es así.
Como me dicen mi psicóloga y mi psiquiatra, la vida es un camino continuo de nudos (problemas) y nosotros tenemos que deshacerlos (solucionarlos). A veces, hay nudos más pequeños, otras veces son grandes, pero los deshacemos sin problema y otras veces, son muchos y pequeños o muy grandes, pero no lo sabemos deshacer. Y no pasa nada, casi siempre hay una solución para todo o como mínimo acabaremos aprendiendo a vivir con esos nudos.
No voy a mentir, hasta el año pasado yo miraba las cosas malas muy lejos, que no me podían afectar a mí. Sí que es cierto, que se me presentó algún nudo, pero lo supe gestionar. Pero, el 2021 me ayudó a ver que no es así, la vida no es tan bonita como la pintan en las películas o en los libros. Siempre va a haber nudos y para mí, eso fue un golpe de realidad.
En ese episodio, Paquita - y mis padres- me enseñaron a que la vida no es bonita, pero sí que tiene cosas bonitas. Momentos, personas... bonitas, y todo eso tenemos que disfrutarlo al máximo.
Soy consciente que mi estado no me permite disfrutar de las cosas bonitas, pero sí que puedo admitir que tengo pequeñas cosas bonitas, que ya las tenía antes, pero ahora las valoro mucho más.
¿Quién me iba a decir a mí en enero de 2021, que en septiembre de ese mismo año iba a tener que pararlo todo porque me diagnosticarían ansiedad y depresión? Pues nadie, nadie me avisaría de todo lo que se me venía ese año, aparte de eso.
Pero es eso, la vida son nudos. Nosotros tenemos en nuestra mano el poder deshacerlos o no, lleve el tiempo que lleve. Y sí, hay nudos que no podemos controlarlos, que están fuera de nuestro alcance, pero somos nosotros los encargados de convivir o relativizarlos.
Ahora sí mister