Hay momentos en nuestras vidas en los que tenemos que decir basta. Yo con 20 años no he tenido ninguno hasta ahora.
He tenido la suerte de que a lo largo de mi vida todo me ha salido rodado, gracias al trabajo constante siempre he conseguido todo lo que me propongo. Estudio lo que me apasiona, estoy rodeada de buena gente y todas esas cosas. A simple vista parece todo perfecto.
Sin embargo, la vida no siempre va rodada y a veces te pone piedras en el camino. Incluso, podríamos cambiar la cuestión: a veces tu propio cuerpo te pone piedras para que pares.
Puede ser de muchas formas, pero a la que me quiero referir es a una que cuesta darse cuenta. Te empiezas a sentir cansado, triste, desganado, te cuesta tomar decisiones e incluso concentrarte, con nada sientes que se te viene el mundo abajo o vas a explotar. Y explotas.
De ahí todo hacia abajo y claro, llegas a un punto que es necesario decir "basta". Decides parar, crees que serán unas semanas y que ya todo volverá a ser como antes. Pero no, la ansiedad y la depresión, como otras enfermedades relacionadas con la salud mental, no se curan con el antibiótico de los tres días. Es un proceso largo y duro.
20 años y tu vida se limita ahora mismo a intentar no desbordarte ante el primer soplo de aire. Tienes que dejar tu vida normal atrás, tomar decisiones que duelen, pero que a la larga serán beneficiosas. Tienes que darte prioridad.
Das un paso hacia delante y cuatro hacia atrás. El cansancio se va acumulando a todo lo demás.
Quizás algunos ya sepan de lo que hablo, otros lo estamos experimentando y otros lo experimentarán. Esa sensación en el que la vida va tan rápido que tú te encuentras en un estado en el que no puedes correr al mismo ritmo y tienes que decir "hasta aquí".
Sientes ansiedad hasta por las cosas que supuestamente te hacen más fácil tu recuperación, pero es así.
Sin embargo, la mayoría de nosotros no tenemos conocimiento sobre ello y por eso nos asusta tanto afrontar situaciones como esta. Al final, se tiene miedo a lo desconocido.
Este tipo de enfermedades se ocultan tras un muro de multitud de prejuicios y estigmas, desde la propia enfermedad pasando por los profesionales e incluso por la
medicación. Y esto todo da miedo.
Ya van 3 meses desde que me lo diagnosticaron. 3 meses en los que tuve que parar y darme prioridad. Aun me queda un camino muy largo de recuperación, pero sé que pronto veré la luz al final del túnel.
Este texto lo publiqué en mis redes sociales hace semanas, pero me apetecía que fuese la primera entrada de este blog.
Aquí intentaré expresarme, dar opiniones e incluso hablar sobre libros, películas, música... lo primero que se me pase por la cabeza y a través del formato que más me apetezca.
Espero que lo disfrutéis y os ayude tanto como a mí.
Mister ❤️